La identidad dominicana bajo control extranjero: una alerta que nadie quiere escuchar

La misma empresa extranjera controla las cédulas, pasaportes y licencias de RD y Haití. ¿Soberanía o entrega digital?

Mientras el pueblo dominicano trabaja, confía y renueva su fe en las instituciones, una amenaza silenciosa se cuela entre los pliegos de los contratos estatales: la misma empresa extranjera maneja nuestras cédulas, pasaportes y licencias de conducir… y también las de Haití.

Sí, leyó bien. La empresa alemana Veridos GmbH, con base en Europa y presencia en docenas de países, concentra el control tecnológico de los sistemas de identidad de República Dominicana y Haití al mismo tiempo.
Lo que parece una simple coincidencia administrativa, en realidad representa un riesgo directo a la soberanía nacional.

Un país sin control de su identidad, no controla nada

Nadie vota, viaja ni conduce sin documentos.
Y si esos documentos dependen de servidores, software o llaves criptográficas administradas por una potencia extranjera, entonces el país deja de ser dueño de su propia identidad.

Las licitaciones públicas —esas que se venden como ejemplo de transparencia— terminaron favoreciendo a la misma red empresarial, disfrazada bajo distintos nombres y consorcios.
Una coincidencia tan perfecta que ni el azar se la cree.

La pregunta que el gobierno evita: ¿quién guarda nuestros datos?

Los datos biométricos, huellas, rostros, historiales y movimientos de millones de dominicanos están en sistemas diseñados, instalados y mantenidos por una empresa que también trabaja con Haití, una nación que, tristemente, vive sumida en el caos institucional.

¿Quién garantiza que no exista un puente tecnológico entre ambos sistemas?
¿Quién puede asegurar que nuestras bases de datos no terminen replicadas, vendidas o manipuladas fuera del país?

No se trata de tecnología, se trata de independencia

Un Estado serio no entrega sus cédulas, pasaportes y licencias a la misma mano que alimenta la base de datos de otro país.
Eso no es “modernización”: es dependencia digital.
Y lo más grave, es que se ha hecho sin debate público, sin consulta nacional, sin rendición de cuentas.